No al vaso de tubo. Pide tu cerveza PERFECTAmente servida

En anteriores ocasiones os hemos hablado sobre la importancia del servicio perfecto de la cerveza. Con la guía de “Cervezas Perfectas”, disponible en nuestra web, inauguramos  hace un mes el verano hablando del ritual del servicio en hostelería de “nuestra dorada favorita”: temperatura idónea de servicio, variedades, posibles maridajes… y recipientes recomendados. Y precisamente de la importancia del recipiente en el que se sirve la cerveza vamos a hablar hoy.

 

 

El recipiente perfecto para servir una cerveza es una copa o vaso de cristal. El exterior, no nos engañemos, importa, y el cristal nos permite ver el color y el brillo de la cerveza. Los recipientes de mayor grosor impiden apreciar la bebida en su plenitud y pueden resultar menos agradables a la hora de disfrutarla.

La abertura de la copa favorece el desarrollo del carbónico, la conservación de los aromas y la oxigenación del líquido. Además, las copas pueden agarrarse por la caña, evitando que se caliente la bebida.

Cerveza perfecta
Una copa de cerveza perfectamente servida

¡Pero esta copa no es obligatoria! Normalmente las cervezas más ligeras se sirven en recipientes más estrechos para que el carbónico tenga un desarrollo más ligero y se conserven mejor los aromas. A medida que la cerveza gana tueste, cuerpo o graduación, requiere recipientes de mayor embocadura en los que el líquido se oxigene mejor y se desarrolle todo el potencial aromático de las cervezas.

Nadie conoce mejor su producto que el propio maestro cervecero, así que las recomendaciones de cada marca a la hora de elegir el recipiente deben ser las primeras a tener en cuenta (la mayoría de ellas, además, tienen su propia vajilla diseñada especialmente para sus cervezas).

El recipiente, importa. Porque cuando de disfrutar se trata, no debes privar a ninguno de tus cinco sentidos. Que tus ojos vean el dorado, que tu olfato distinga los aromas y que tu gusto… ¡que sea siempre de tu gusto!

Coleccionismo cervecero (III)

Grifos

Siempre decimos que para disfrutar de una cerveza perfecta es fundamental elegir el recipiente adecuado. Y es que el recipiente sí importa. Por eso queremos cerrar esta serie de coleccionismo cervecero hablando de ellos, los recipientes.

El recipiente sí importa

Vaso

A pesar de que siempre insistimos en que la cerveza se debe servir en un recipiente de cristal fino

porque permite percibir mejor el brillo y el sabor de la cerveza, y que hay que huir de las jarras de cristal o cerámica gruesas, las jarras son unos de los objetos más codiciados entre los coleccionistas cerveceros.
También hay recipientes de vidrio muy populares. En España los más habituales son el vaso de globo y el vaso medio de boca ancha, además de las jarras. Dada la escasa variedad de formatos, la principal diferencia radica en el serigrafiado, que normalmente reproduce la marca de cerveza o en series limitadas que las distintas cerveceras comercializan coincidiendo con el lanzamiento de una nueva marca o la conmemoración de un aniversario.
Además de los recipientes, aunque menos populares, encontramos otra pieza fundamental del coleccionismo cervecero, los grifos. Sin ellos no sería posible disfrutar de una caña de barril. Esa caña bien tirada, fresca, con su dedo de espuma… ¡y ese primer sorbo de cerveza que es uno de los pequeños grandes placeres que alegra nuestro día a día!

Grifos cerveceros

Actualmente la mayoría de los grifos son metálicos, aunque en alguna cervecería todavía se pueden encontrar los grifos de cerámica. Los de madera, muy comunes cuando comenzó a comercializarse la cerveza en barril, ya son casi exclusivos de algunas colecciones. Y del mismo modo que con los recipientes, la principal diferencia entre los grifos radica en la marca de cerveza impresa en estas piezas.
Para terminar os dejamos con una selección de algunas de las piezas más apreciadas por los coleccionistas cerveceros. Si queréis saber más, os animamos a sumergiros entre las páginas de ‘El libro de oro de la cerveza’ (Ed. Turner).