¿Y por qué hidrata la cerveza?

Cerveceando

Que lo hace, todos lo sabemos: nada como una deliciosa cerveza para combatir el calor de una tarde de verano. Uno de los mejores regalos que nos podemos hacer, más aún si la compartimos con amigos. Precisamente, hoy nos hemos planteado una pregunta que podría surgir perfectamente en esas inolvidables tertulias… ¿Y por qué quita la sed la cerveza?

Aunque la primera respuesta que nos viene a la mente se refiera, casi con toda seguridad, a su temperatura de servicio (“porque está fría”), en realidad la clave de las propiedades hidratantes de la cerveza tenemos que buscarla en su composición. Dependiendo de su tipo, puede llegar a estar compuesta por hasta un 95% de agua. De ahí su poder hidratante, y también la razón por la que en España vinculamos su consumo no solo a las relaciones sociales, sino también al calor y al verano. Algo en lo que también influye, la temperatura habitual en la que solemos consumirla (entre los 8 y los 10 grados) y la presencia en la cerveza de una burbuja de pequeño tamaño, obtenida tras la producción de gas carbónico en el proceso de fermentación.

Todas estas razones explican lo bien que nos sentimos después de consumir una cerveza. No en vano, la Sociedad Española de Dietética de Ciencias de la Alimentación (SEDCA) incluye esta bebida en el Libro Blanco de la Hidratación, siempre y cuando se trate de un consumo realizado por adultos sanos y, por supuesto, con moderación.

Claro que, si la cerveza es una bebida que refresca, principalmente, por estar compuesta de agua, nos surge inmediatamente otra pregunta: ¿y por qué hidrata el agua? De nuevo, surge una respuesta rápida: porque somos un 60% de agua. En realidad, para contestarla deberíamos ponernos un poco más científicos, repasando las funciones esenciales que cumple el agua en el organismo humano y que podéis encontrar, por ejemplo, en el estudio “La hidratación en los mayores. La cerveza como bebida hidratante” . Algunas de ellas: facilita el transporte de nutrientes al interior de las células, permite el desarrollo y metabolismo de las mismas, realiza un papel esencial en la termorregulación, permitiendo el mantenimiento de la temperatura corporal y además, permite una lubricación adecuada de las articulaciones y otros tejidos.

Por supuesto, el agua que necesitamos para disfrutar de una correcta hidratación depende de muchas variables: edad, sexo, actividad o ejercicio desarrollado, los alimentos que ingerimos, ya que también son una fuente de hidratación, etc. Al fin y al cabo, se trata de hacer caso a nuestro organismo: la sed no es más que un mecanismo fisiológico por el que el cuerpo regula la cantidad de agua que necesita consumir. Eso sí, cómo calmarla ya es elección nuestra: “Existen factores, como el color, sabor, olor y temperatura de una bebida, muy influidos por preferencias culturales y sociales que contribuyen a la ingestión voluntaria de una bebida”, comenta Jesús Román Martínez, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA)

Así pues, cuando (insistimos: siempre con moderación) disfrutamos de una cerveza también podríamos estar contribuyendo a nuestra salud porque, además de ser una bebida de bajo contenido alcohólico, su composición aporta nutrientes a nuestro organismo (minerales y vitaminas del grupo B, principalmente) y sustancias antioxidantes. Además, con un bajo contenido calórico (cien mililitros de cerveza apenas aportan 45 calorías, 17 en el caso de la cerveza sin alcohol), lo que demostraría que el término ‘barriga cervecera’ es tan solo un mito.

Basta de “teoría cervecera” por hoy. Ahora, pasemos a la práctica, disfrutándola de forma responsable y en la mejor compañía. ¡Salud!